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11 julio 2009 6 11 /07 /julio /2009 13:17


Cierta vez existió debajo de la tierra una caverna.
Durante toda su existencia había permanecido en la oscuridad. Un día una voz llamó:
- "Sube y ven hacia la luz, ven a ver la luz del Sol".
La caverna respondió:
 
- "No entiendo que quieres decirme; nada existe fuera de la oscuridad".
Pero finalmente la caverna tuvo valor para subir y quedó sorprendida al ver la luz por todas partes.
Entonces la caverna se dirigió al Sol y le dijo:
- "Ven ahora tú conmigo y conocerás la oscuridad."
- "¿Qué es oscuridad?" preguntó curioso el Sol.
La caverna insistió:
 
- "Ven conmigo y verás".
Un día el Sol aceptó la invitación. Al entrar, la caverna dijo:
- "Ahora verás mi oscuridad".
- "¿Qué oscuridad?" preguntó curioso el Sol.
La caverna insistió:
- "Ven conmigo y verás mi oscuridad". Pero no había ninguna oscuridad.
El mensaje es sencillo:
 
La oscuridad no es nada más que la ausencia de luz y ésto es fácilmente remediable.
Depende de nosotros, de abrir los ojos para la luz y para la vida.
No importa la edad (recuerda que una vela siempre arde con la misma intensidad,
independientemente de cuanto resta de cera).
Vivir nuestra luz mientras brilla, ilumina nuestra fe. Que podamos abrir los ojos,
ver las cosas como son, y no apenas como las imaginamos.
Vivir y al hacerlo iluminar la oscuridad de la vida de aquellos que amamos.

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10 julio 2009 5 10 /07 /julio /2009 12:56


Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto.
En un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro.
El otro, ofendido y sin nada que decir, escribió en la arena:
HOY, MI MEJOR AMIGO ME PEGÓ UNA BOFETADA EN EL ROSTRO.
 
Siguieron adelante y llegaron a un oasis donde resolvieron bañarse.
El que había sido abofeteado y lastimado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo.
Al recuperarse tomó un estilete y escribió en una piedra:
HOY, MI MEJOR AMIGO ME SALVÓ LA VIDA.
 
Intrigado, el amigo preguntó: ¿Por que después que te lastimé,
escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?
Sonriendo, el otro amigo respondió: "Cuando un gran amigo nos ofende,
deberemos escribir en la arena donde el viento del olvido y el perdón
se encargaran de borrarlo y apagarlo; por otro lado cuando nos pase algo grandioso,
deberemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón donde viento ninguno
en todo el mundo podrá borrarlo". 
 

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9 julio 2009 4 09 /07 /julio /2009 11:47


Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo,
cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar.
Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas,
también de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constato la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y tres hijos,
la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado, entonces se aproximó
al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó:
 
¿En este lugar no existen señales de trabajo ni puntos de comercio tampoco,
como hacen el señor y su familia para sobrevivir aquí?
El señor calmadamente respondió: amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios
litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o la cambiamos por otros
géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc.,
para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo. El sabio agradeció la información,
contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue.
 
En el medio del camino, se volvió hacia su fiel discípulo y le ordenó al aprendiz:
busque la vaquita, llévela al precipicio de allí enfrente y empújela al barranco.
El joven espantado vio al maestro y lo cuestionó sobre el hecho de que la vaquita
era el medio de subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio absoluto
del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio
y la vio morir. Aquella escena quedo grabada en la memoria de aquel joven durante algunos años.
 
Un día el joven resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar
y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se
aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado,
con carro en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín.
El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que
vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá,
 
fue recibido por un señor muy simpático, el joven preguntó por la familia que vivía
allí hace unos cuatro años, el señor respondió que siguen viviendo aquí.
Espantado el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó
hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaquita):
¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida? El señor entusiasmado le respondió:
 
nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió, de ahí en adelante
nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos
que teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora.
Punto de reflexión: Todos nosotros tenemos una vaquita que nos proporciona alguna
cosa básica para nuestra sobrevivencia la cual es una convivencia con la rutina.
Descubre cual es tu vaquita. Aprovecha este nuevo milenio para empujar
tu vaquita por el precipicio.

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8 julio 2009 3 08 /07 /julio /2009 13:27


Un insurrecto había sido condenado a morir en la horca.
El hombre tenía a su madre viviendo en una lejana ciudad y no quería dejar de despedirse de ella.
Hizo al rey la petición de que le dejase partir unos días para visitar a su madre,
antes de ser ahorcado. El monarca puso una condición: que un rehén ocupase su lugar mientras
permanecía ausente y que, en el supuesto de que no regresase, fuera ejecutado en su lugar.
 
El insurrecto recurrió a su mejor amigo y le pidió que ocupase su puesto.
El rey dio un plazo de siete días para que el rehén fuera ejecutado si en ese tiempo
no regresaba el condenado. Pasaron los días. El sexto día se levantó el patíbulo
y se anunció la ejecución del rehén para la mañana del día siguiente.
El rey preguntó por su estado de ánimo a los carceleros y éstos respondieron:
   
- ¡Oh, majestad!, está verdaderamente tranquilo. Ni por un momento ha dudado de que su amigo volverá.
El rey sonrió con escepticismo. Llegó la noche del sexto día.
La tranquilidad y confianza del rehén resultaban asombrosas. De madrugada,
el monarca indagó de nuevo sobre el rehén y el jefe de la guardia le dijo:
 
- Ha cenado opíparamente, ha cantado y está extraordina­riamente sereno,
porque no duda ni por un momento que su amigo pudiera no volver. - ¡Pobre infeliz!, exclamó el monarca.
Llegó la hora prevista para la ejecución. Había comenzado a amanecer.
El rehén fue conducido hasta el patíbulo. Estaba relajado y sonriente.
El monarca se extrañó al comprobar la firmeza anímica del rehén.
 
El verdugo le colocó la cuerda al cuello, pero él seguía sonriente y sereno.
En el momento en que el rey iba a dar la orden para la ejecución,
se escucharon los cascos de un caballo. El insurrecto había regresado justo a tiempo.
El rey, emocionado y conmovido, concedió la libertad a ambos hombres.
Uno había sido de una impecable lealtad y el otro había confiado absolutamente en esa lealtad.
El monarca, pensativo, se dijo:
 

"DARIA MI REINO POR UNA AMISTAD ASI"

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7 julio 2009 2 07 /07 /julio /2009 12:52


Una joven había tomado clases de ballet durante toda su Infancia,
y había llegado el momento en que se sentía lista para entregarse a la disciplina
que la ayudaría a convertir su afición en profesión.
Deseaba llegar a ser primera bailarina y quería comprobar si poseía las dotes necesarias,
de manera que cuando llegó a su ciudad una gran compañía de ballet,
fue a los camerinos luego de una función, y habló con el director.
 
Quisiera llegar a ser una gran bailarina, le dijo, pero no sé si tengo el talento
que hace falta.  Dame una demostración, le dijo el maestro.
Transcurrido apenas 5 minutos la interrumpió, moviendo la cabeza en señal de desaprobación. 
No, no tiene usted condiciones.
 
La joven llegó a su casa con el corazón desgarrado, arrojó las zapatillas de baile
en un armario y no volvió a calzarlas nunca más, se casó, tuvo hijos
y cuando se hicieron un poco mayores, tomó un empleo de cajera en un supermercado.
  
Años después asistió a una función de ballet, y a la salida se topó con el viejo director
que ya era octogenario, ella le recordó la charla que habían tenido años antes,
le mostró fotografías de sus hijos y le comentó de su trabajo en el supermercado,
luego agregó: Hay algo que nunca he terminado de entender.
¿Cómo pudo usted saber tan rápido que yo no tenía condiciones de bailarina?
 
Ahhh, apenas la miré cuando usted bailó delante de mi, le dije lo que siempre le digo a todas,
le contestó. ¡Pero eso es imperdonable! Exclamó ella,
¡arruinó mi vida, pude haber llegado a ser primera bailarina!
 
- No lo creo, repuso el viejo maestro.  Si hubieras tenido las dotes necesarias,
y una verdadera vocación para bailar no habrías prestado ninguna atención a lo que yo dije.
 
Sin duda, si te crees perdido, estás perdido y si crees que no puedes, pues no podrás. 
Si quieres hacer algo pero lo crees imposible, no creo que triunfes jamás.
En la vida no solo el valiente o el veloz triunfa,
tarde o temprano el que siempre vence es el que cree que es posible.

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6 julio 2009 1 06 /07 /julio /2009 11:20


Imaginate que existe un banco, que cada mañana acredita en tu cuenta la suma de $86.400.
No arrastra tu saldo día a día.
Cada noche borra cualquier cantidad de tu saldo que no usaste durante el día.
 
Qué harías?
Retirar hasta el último centavo, por supuesto !!!
Cada uno de nosotros, tiene ese banco. Su nombre es: Tiempo.
 
Cada mañana, este banco te acredita 86.400 segundos.
Cada noche, este banco borra y da como pérdida cualquier cantidad
de ese crédito que no hayas invertido en un buen propósito.
 
Este banco no arrastra saldos, ni permite sobregiros.
Cada día te abre una nueva cuenta. Cada noche elimina los saldos del día;
si no usas tus depósitos del día, la pérdida es tuya.
No se puede dar marcha atrás; no existen los giros a cuenta del depósito de mañana.
 
Debes vivir en el presente con los depósitos de hoy. 
Invertir con el fin de conseguir lo mejor en salud, felicidad y éxito.
El reloj sigue su marcha: consigue lo máximo en el día.

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5 julio 2009 7 05 /07 /julio /2009 13:48


No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla,
buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para
impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas:
¡Crece, maldita seas!
 
Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto
para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla
durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido
de haber comprado semillas infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año,
en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros!
 
¿Tardó sólo seis semanas en crecer?
No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando
un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener
después de siete años. Sin embargo, en la vida cotidiana,
muchas personas tratan de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender
que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que este requiere tiempo.
Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiran a resultados en corto plazo,
abandonan súbitamente justo cuando ya estaban a punto de conquistar la meta.
 
Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que luchan
en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado.
De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones
en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante.
En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés,
y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos -, ni abandonemos por no "ver" el resultado
que esperamos-, sí está sucediendo algo dentro nuestro: estamos creciendo, madurando.
 
Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos
y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice.
El triunfo no es más que un proceso que lleva tiempo y dedicación.
Un proceso que exige aprender nuevos hábitos y nos obliga a descartar otros.
Un proceso que exige cambios, acción y formidables dotes de paciencia. Tiempo...
Cómo nos cuestan las esperas, qué poco ejercitamos la paciencia en este mundo agitado
en el que vivimos... Apuramos a nuestros hijos en su crecimiento, apuramos al chofer del taxi...
nosotros mismos hacemos las cosas apurados, no se sabe bien por qué...
 
Perdemos la fe cuando los resultados no se dan en el plazo que esperábamos,
abandonamos nuestros sueños, nos generamos patologías que provienen de la ansiedad, del estrés...
¿Para qué?
Te propongo tratar de recuperar la perseverancia, la espera, la aceptación.
Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá solo estés echando raíces....

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4 julio 2009 6 04 /07 /julio /2009 12:34


La fuente de este relato asegura que se trató de un hecho verídico,
que sucedió en un vuelo de una reconocida línea aérea, entre Johannesburgo y Londres.
Una señora blanca de unos cincuenta años se sienta al lado de un negro.
Llama a la azafata para quejarse:
 
- ¿Cuál es el problema, señora? -pregunta la azafata.
- Pero, ¿no lo ve? -responde la señora-. Me colocó al lado de un negro.
No puedo quedarme al lado de estos "inmundos". Deme otro asiento.
- Por favor, cálmese -dice la azafata-. Casi todos los lugares de este vuelo están tomados.
Voy a ver si hay algún lugar en clase ejecutiva o en primera.
La azafata se apura y vuelve unos minutos después.
 
- Señora -explica- como yo sospechaba, no hay ningún lugar vacío en clase económica.
Conversé con el comandante y me confirmó que tampoco hay lugar en ejecutiva.
Pero sí tenemos un lugar en primera clase.
Antes que la señora pudiese responder algo, la azafata continuó.
 
- Es totalmente inusitado que la compañía conceda un asiento de primera clase
a alguien que está en económica, pero dadas las circunstancias,
el comandante consideró que sería escandaloso que alguien sea obligado
a sentarse al lado de una persona tan execrable...
Y, diciendo eso, la azafata mira al negro y dice:
 
- Si el señor me hiciera el favor de tomar sus pertenencias,
el asiento de primera clase ya está preparado.
Y todos los pasajeros alrededor, que acompañaron la escena,
se levantaron y aplaudieron por la actitud de la compañía.

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3 julio 2009 5 03 /07 /julio /2009 13:57

 


Lucas era el tipo de persona que te encantaría odiar.
Siempre estaba de buen humor y siempre tenía algo positivo que decir.
Cuando alguien le preguntaba cómo le iba, él respondía: Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo.
Era un gerente único porque tenía varias meseras que lo habían seguido de restaurante
en restaurante. La razón por la que las meseras seguían a Lucas era por su actitud.
El era un motivador natural: Si un empleado tenía un mal día, Lucas estaba ahí para decirle al
empleado como ver el lado positivo de la situación. Ver este estilo realmente me causó curiosidad,
así que un día fui a buscar a Lucas y le pregunte: No lo entiendo...
 
no es posible ser una persona positiva todo el tiempo... ¿cómo lo haces? Lucas respondió:
Cada mañana me despierto y me digo a mi mismo, Lucas; tienes dos opciones hoy:
Puedes escoger estar de buen humor o puedes escoger estar de mal humor. Escojo estar de buen humor.
Cada vez que sucede algo malo, puedo escoger entre ser una víctima o aprender de ello.
Escojo aprender de ello. Cada vez que alguien viene a mí para quejarse,
puedo aceptar su queja o puedo sacarle el lado positivo de la vida. Escojo el lado positivo de la vida.
*Si... claro... pero no es tan fácil (protesté).
 
Si lo es - dijo Lucas. Todo en la vida es acerca de elecciones. Cuando quitas todo lo demás,
cada situación es una elección. Tu eliges como reaccionas a cada situación.
Tú eliges como la gente afectará tu estado de ánimo. Tu eliges estar de buen humor o mal humor.
En resumen: TU ELIGES COMO VIVIR LA VIDA.
Reflexione en lo que Lucas me dijo. Poco tiempo después, deje la industria restaurante
para iniciar mi propio negocio. Perdimos contacto, pero con frecuencia pensaba en Lucas
cuando tenía que hacer una elección en la vida, en vez de reaccionar a ella.
 
Varios años más tarde, me enteré que Lucas hizo algo que nunca debe hacerse
en un negocio de restaurante. Dejó la puerta de atrás abierta una mañana
y fue asaltado por 3 ladrones armados. Mientras trataba de abrir la caja fuerte,
su mano temblando por el nerviosismo, resbaló de la combinación. Los asaltantes sintieron
pánico y le dispararon. Con mucha suerte, Lucas fue encontrado relativamente pronto
y llevado de emergencia a una clínica. Después de 18hs. de cirugía y semanas de terapia intensiva,
Lucas fue dado de alta aun con fragmentos de bala en su cuerpo.
 
Me encontré con Lucas seis meses después del accidente y cuando le pregunte como estaba,
me respondió: Si pudiera estar mejor, tendría un gemelo.
Le pregunte que pasó por su mente en el momento del asalto. Contestó:
Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de atrás.
Cuando estaba tirado en el piso recordé que tenía 2 opciones:
Podía elegir vivir o podía elegir morir. Elegí vivir. ¿No sentiste miedo?, Le pregunté.
 
Lucas continuó; Los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a estar bien.
Pero cuando me llevaron al quirófano y vi las expresiones en las caras de médicos
y enfermeras, realmente me asusté, podía leer en sus ojos:
Es hombre muerto. Supe entonces que debía tomar acción... ¿Que hiciste?- pregunte.
Bueno... uno de los médicos me pregunto si era alérgico a algo y respirando profundo grité:
Sí a las balas... Mientras reían les dije:
 
Estoy escogiendo vivir... opérenme como si estuviera vivo, no muerto.
Lucas vivió por la maestría de los médicos pero sobre todo por su asombrosa actitud.
Aprendí que cada día tenemos la elección de vivir plenamente.
La actitud, al final, lo es todo.
Recuerda:
 
SOLO SE FRUSTAN AQUELLOS QUE DEJAN DE VER LA PARTE POSITIVA DE SUS VIDAS

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2 julio 2009 4 02 /07 /julio /2009 13:43


Hacia el siglo XII el maestro Agbahar era reconocido por todos en Medina por su sabiduría.
A él concurrían muchos en busca de consejo y aliento.
Yuzzef hizo un largo viaje para llegar a la casa del Maestro, y al llegar su turno le dijo:
– Maestro Agbahar, siento que la vida me da menos de lo que merezco...
sé que debería estar mejor, ser más feliz, poseer más riquezas,
y sin embargo mi vida es mediocre y en el fondo poco placentera...
 
– Bien, bien... –contestó el maestro– Mira... en estos momentos tengo un problema yo,
así que te pido tu ayuda para resolverlo y luego podremos seguir con lo tuyo.
Yuzzef se sintió sorprendido de que el Maestro no tomase en cuenta su pregunta
y le saliese con esta respuesta, pero no pudo menos que decir:
– ¿Qué necesita, Maestro?
 
– Tengo que vender urgente este anillo por no menos de una moneda de oro...
te pido que tomes tu caballo, vayas al mercado y lo vendas...
pero no aceptes menos de una moneda de oro!
Dicho esto, tomó el anillo de su dedo y se lo entregó a Yuzzef quien –bastante molesto,
para qué negarlo– subió a su caballo y se dirigió al mercado a cumplir el encargo.
Una vez en el mercado, Yuzzef ofreció a la gente que pasaba el anillo pidiendo el precio
que el Maestro le había indicado. No consiguió más que burlas de la gente...
 
– Una moneda de oro por ese anillo!!! Muchacho, tú sí que estás loco...
te ofrezco tres de cobre y esta daga...
La mejor oferta que recibió la obtuvo de una dama de buen aspecto,
quien envió a su criado para que ofreciese una moneda de plata. Horas después,
y ya cuando el mercado empezaba a cerrar, Yuzzef, agotado por el esfuerzo
y totalmente decepcionado de tan ridículo encargo, optó por regresar a la casa del Maestro.
En el viaje de regreso, incluso pensó para sus adentros:
 
– ¿Será realmente Agbahar tan buen Maestro y sabio como se dice?... ¿o sólo un viejo ñoño
y ambicioso que pretende una moneda de oro por este pedazo de lata si valor?
Al llegar dijo, con cierto tono de molestia en su voz:
– Agbahar... me desgañité en el mercado ofreciendo este anillo a todos los que pasaron,
pero lo máximo que obtuve fue la oferta de una moneda de plata...
 
– ¿Ahá?... –dijo el Maestro casi sin mirar a Yuzzef–, entonces hazme otro favor.
Ve a la casa del Joyero Real que está frente a la Mezquita y dile que te indique el valor
del anillo... pero no se lo vendas, te ofrezca lo que te ofrezca... ¿has entendido?
Allí partió Yuzzef a cumplir el nuevo encargo, decepcionado y con la sensación de que el viejo
lo tomaba como un sirviente y para peor, no había prestado aún ninguna atención a su consulta.
Al llegar al sitio indicado, encontró al Joyero Real casi a punto de cerrar su negocio.
Con algunos ruegos consiguió que entrase nuevamente y analizase el anillo.
 
– ¿Y cuánto cree que puede valer esto? –preguntó Yuzzef, convencido de antemano
del escaso valor de la pretendida joya.
– Bueno... la verdad es que... yo diría... –titubeaba el Joyero Real mientras miraba
el anillo desde todos sus ángulos– ...digamos que podría llegar a valer unas setenta monedas de oro...
pero bueno, dado tu apuro yo podría pagarte ya alrededor de cincuenta... cincuenta y tres máximo.
 
La mandíbula de Yuzzef cayó dando a su rostro una estúpida imagen e impidiéndole articular
palabra alguna. Esto sin duda fue tomado por el Joyero como una hábil estrategia de regateo,
ya que sin darle tiempo a recuperarse le dijo.
– Está bien, está bien... veo que eres un duro negociante, pero no tengo forma de conseguir
más de sesenta y dos monedas de oro en este instante.
 
Yuzzef, sin poder articular palabra aún, logró recuperar el anillo de la mano del Joyero
–que se resistía a soltar la joya– y regresó a la casa de Agbahar. Al ver su rostro
sorprendido, Agbahar le dijo:
– Hola Yuzzef, ¿qué te ha dicho el Joyero?
– Realmente no lo puedo creer... cotizó el anillo en 70 monedas de oro y llegó a ofrecerme
62 en ese mismo momento... ¿quiere que regrese y se lo venda?
 
– No, Yuzzef –contestó el viejo mientras volvía a colocarse el anillo en su dedo–.
Conozco el valor del anillo y se trata de una joya más valiosa aún de lo que el pillo del Joyero
te la cotizó... este anillo perteneció a Mustafá II, el Supremo Sultán. Aquí está su sello,
y cualquier Joyero puede reconocerlo al instante.
 
– Pero... no entiendo... ¿y por qué nadie en el mercado llegó a ofrecer más que unas pocas
monedas de cobre por él?
– Porque, Yuzzef, para advertir el valor de ciertas cosas hay que ser un experto.
La gente en el mercado a lo sumo podría advertir el brillo del oro o el tamaño de una piedra
inscrustada, pero ninguno de ellos reconocería el Sello Real en el anillo.
Luego de invitar a Yuzzef con un gesto de su mano a sentarse, Agbahar prosiguió:
 
– Lo mismo ocurre con tu vida... estás esperando que la gente te reconozca...
o que el destino te favorezca, y no adviertes que el verdadero valor lo da el "sello real"
que todos tenemos dentro... Regresa y saca provecho de tu vida,
no por lo que los demás opinen o te den, sino por el verdadero valor de tu "sello real".

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  • : Olympia
  • : Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por el simple hecho de haberse cruzado en nuestro camino...
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