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11 junio 2010 5 11 /06 /junio /2010 12:00

El-Jazmin-de-la-Princesa.jpg

 

La princesa tenía un jazmín que vivía con su mismo aliento. Se lo había regalado la luna.
La princesa tenía ocho o nueve años pero nunca la habían dejado salir sola de palacio.
Y tampoco la llevaban donde ella quería. Un día dijo a su flor:
– Jazmín, yo quiero ir a jugar con la hija del carbonero sin que lo sepa nadie.
– Ve, niña, si así lo quieres. Yo te guardaré la voz mientras vuelves.
La niña salió dando saltos. El carbonero vivía al principio del bosque.
 
Pronto la Reina echó de menos a su hija y la llamó:
– Margarita, ¿dónde estás?
– Aquí, mamá –dijo el Jazmín imitando la voz de la princesa.
Pasó un rato y la Reina volvió a llamar:
– Margarita, ¿dónde estás?
– Aquí, mamá –contestó el Jazmín.
 
El principito, hermano de Margarita, llegó del jardín. Era mayor que su hermana y ya cuidaba de ella.
– Mamá ¿no está Margarita?
– Sí, hijo.
– ¿Dónde?
La Reina llamó a su hija y el jazmín contestó como siempre.
El príncipe se dirigió al lugar de donde venía la voz pero no vio a nadie.
 
La Reina repitió la llamada y el jazmín contestó. Pero pudieron comprobar que la niña no estaba,
ni allí ni en ninguna parte. Avisaron al Rey. Vinieron los cortesanos.
Llegaron los guardias y los criados. Todo el palacio se puso en movimiento.
Había que encontrar a la niña. La gente corría de un lado para otro en medio de la mayor confusión.
La Reina lloraba. El Rey se mesaba los cabellos.
La Reina volvió a llamar esperanzada.
 
– Margarita, ¿dónde estás, hija?
– Aquí, mamá.
Se dieron cuenta de que la voz salía de la flor.
El Rey dijo que echaran el jazmín al fuego porque debía estar embrujado;
pero la princesa llegó a tiempo para recogerlo.
Su hermano le dijo autoritario:
 
– ¡Entrega esa flor!
– ¡No la doy! Es mi jazmincito. Me lo regaló la luna. –Y lo apretó contra el pecho.
– Una flor que habla tiene que estar hechizada –dijo un palaciego.
– No la doy.
El Rey ordenó:
– Quitadle la flor a viva fuerza.
 
Y la niña, rápidamente, se la tragó. El jazmín, no se sabe cómo,
se le aposentó en el corazón. Allí lo sentía la niña.
Todos lloraban porque decían que la princesa se había tragado un misterio.
Y que vendrían muchos males a ella y al Reino. Pero no.
Sólo que, a la Princesa Margarita, se le quedó para toda la vida la voz perfumada.

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Comentarios

L
<br /> Hermoso cuento. Muy tierno, muy "mágico"...<br /> Me encantó!!<br /> Lau.<br /> <br /> <br />
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