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6 febrero 2010 6 06 /02 /febrero /2010 14:03

La-Fuente-de-la-habilidad.jpg
 
Ya sea que estés dirigiendo un grupo o sigas tu vida cotidiana, necesitas estar consciente.
 
Necesitas saber lo que está pasando y cómo es que las cosas pasan.
 
Si estás consciente de lo anterior, puedes actuar en concordancia.
Puedes salir limpio de problemas y al mismo tiempo ser vital y eficiente.
 
Recuerda que tú también eres un proceso natural.
El ser consciente de cómo suceden las cosas incluye estar consciente de ti mismo.
 
Tu vida se desarrolla de acuerdo a los mismos principios que gobiernan lo demás.
Tú estás arraigado en el suelo común de la creación.
 
Ser como todo lo demás significa que eres ordinario.
Pero sabiendo conscientemente que eres como todo lo demás, es extraordinario.
 
Y sabiendo cómo esa universalidad trabaja y teniendo el sentido de actuar en concordancia,
es la fuente de tu poder, tu fortaleza y tu excelencia.
 
El estar consciente o tomar conciencia, entonces, es la fuente de tu habilidad.
Aprende a aumentar tu conciencia.
 
Tao-te Ching

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5 febrero 2010 5 05 /02 /febrero /2010 12:28

Algunos-Secretos.jpg

 
Frena tu lengua para que no se desboque; di siempre menos de lo que piensas.
Cultiva una voz baja y persuasiva. La forma como lo dices, a veces cuenta más que lo que dices.
Nunca dejes pasar la oportunidad para decir una palabra amable y alentadora.
Elogia el trabajo bien hecho, sin importar quién lo hizo.
Interésate en los demás: en sus ocupaciones, su bienestar, sus hogares y su familia.
 
Haz que todo aquel que encuentres, no importa lo humilde que sea, sienta que tú
lo consideras una, persona importante.
¡Sé jovial!
Oculta tus dolores, tus preocupaciones y tus desengaños bajo tu sonrisa animosa y sincera.
Ríe francamente cuando oigas un buen chiste y aprende a contarlo tú también.
 
Debes mantener tu mente abierta respecto a todos los problemas. Puedes discutir, pero sin disputar.
Deja que tus virtudes hablen por sí solas y no menciones los vicios de los demás.
No alientes la murmuración. Debes imponerte la regla de no decir nada
sobre otra persona si no es algo bueno.
 
Ten mucho cuidado con los sentimientos de los demás. Los chistes y bromas a expensas de otros,
pocas veces vale la pena decirlos y pueden herir donde menos se espera.
No pongas atención a comentarios malévolos acerca de ti,
simplemente vive de tal modo que nadie los crea. Los nervios trastornados,
con frecuencia ocasionan contestaciones mordaces.
 
No te desesperes por conseguir lo que crees que mereces. Realiza tu trabajo,
sé paciente y conserva tu buen carácter.
Considera a las demás personas antes que a ti mismo y serás respetado y recompensado.
 
Anónimo

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4 febrero 2010 4 04 /02 /febrero /2010 12:37

El-Placer-De-Servir.jpg
 
Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.
Sirve la nube, sirve el aire, sirve el surco.
Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú; donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú;
donde haya un esfuerzo que todos esquiven, acéptalo tú.
Sé el que aparta la estorbosa piedra del camino;
sé el que aparta el odio de entre los corazones y sé el que resuelva las dificultades del problema.
 
Existe la alegría de ser sano y la de ser justo;
pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.
¡Que triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho,
si no hubiera una rosa que plantar, una empresa que acometer!
Que no te llamen solamente los trabajos fáciles. ¡Es tan bello hacer lo que otros esquivan!
 
Pero no caigas en el error de que sólo se hacen méritos con los grandes trabajos;
hay pequeños servicios que son buenos servicios:
adornar una mesa, ordenar unos libros, peinar una niña...
Aquél es el que critica, éste es el que destruye: ¡sé tú el que sirve!
 
El servir no es faena de seres inferiores. Dios, que da el fruto y la luz, sirvió.
Pudiera también llamársele así: ¡Él que sirve!
Él tiene sus ojos fijos en nuestras manos y nos pregunta cada día:
¿Serviste hoy? ¿A quién? ¿Al árbol, a tu amigo, a tu madre?
 
Gabriela Mistral

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3 febrero 2010 3 03 /02 /febrero /2010 12:56

Carta-a-mis-hijos.jpg
 
Cada día entiendo menos sus tareas de Química y Matemáticas,
con frecuencia yo soy la que pregunta ¿por qué?,
y estoy segura de que muy pronto tendré que pararme de puntitas para besarlos.
Hace años, cuando aún eran partículas de vida latiendo dentro de mí,
cuando trataba de adivinar sus rostros, y sus cuerpos empezaban a tomar forma en mis sueños,
me preguntaba si sería capaz de responder a la oportunidad que se me ofrecía
de que esas pequeñas vidas florecieran en mis manos.
 
Ahora quiero dejarles un mensaje. Conscientes están de que nada material puedo heredarles.
La verdadera riqueza quedará en sus mentes, en su corazón
y en la perfecta maquinaria de sus cuerpos sanos.
Agradezcan diariamente a Dios porque pueden ver, oír, amar y sentir.
Y también, porque pueden llorar y fracasar para empezar de nuevo.
Agradezcan sobre todo que pueden pensar y actuar,
lo que les dará horizontes amplios, brillantes y fecundos.
 
Fijen sus metas... alcáncelas y no olviden que tienen el deber de ser felices,
porque solamente así, podrán dar felicidad a quienes los rodeen.
La vida es el tesoro más preciado que poseen, por lo tanto,
aprendan a disfrutar momento a momento.
 
Y algo muy importante, recuerden siempre que no es más feliz el que más tiene,
sino el que menos envidia.
Sepan ser siempre ustedes mismos, tanto en el elegante banquete
como en la comida sencilla que el amigo ofrece. Aprendan a beber el vino o el agua con la misma alegría,
sepan compartir con el rico o el humilde la misma sonrisa.
 
Regálense tiempo para ustedes, nunca pierdan su capacidad para admirar
el brillo de las estrellas en una noche clara, para escuchar el murmullo del riachuelo,
para sentir el viento fresco de la mañana sobre sus rostros.
Y cuando tengan momentos de duda y tristeza, busquen entre sus recuerdos, que
ahí nos encontraremos.
 
María Consuelo Álvarez

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2 febrero 2010 2 02 /02 /febrero /2010 12:50

el-soldado-y-la-amistad.jpg
 
- Mi amigo no ha regresado del campo de batalla, señor.
Solicito permiso para ir a buscarlo--, dijo un soldado a su teniente.
- Permiso denegado!--, replicó el oficial.
--No quiero que arriesgue usted su vida por un hombre que probablemente ha muerto.
 
El soldado, haciendo caso omiso de la prohibición, salió, y una hora más tarde regresó mortalmente herido,
transportando el cadáver de su amigo.
 
El oficial estaba furioso:
- ¡Ya le dije yo que había muerto! ¡Ahora he perdido a dos hombres!
Dígame, ¿merecía la pena ir allá para traer un cadáver?
 
Y el soldado, moribundo, respondió:
- ¡ Claro que sí, señor!, cuando lo encontré, todavía estaba vivo y pudo decirme:
--Juan... ¡estaba seguro de que vendrías!
 
Anthony de Mello

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1 febrero 2010 1 01 /02 /febrero /2010 12:14

Papa-Olvida.jpg

 
Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes y veo una manita metida bajo la mejilla
y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo en tu cuarto.
Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba.
Culpable, vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo.
Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla.
Te regañé, porque no te limpiaste los zapatos. Te grité, porque dejaste caer algo al suelo.
 
Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado.
Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla. Y cuando te ibas a jugar
y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: "Adiós, papito".
Y yo fruncí el entrecejo y te respondí: "¡Ten erguidos los hombros!"
 
Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle.
Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí.
Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso.
Pensar, hijo, que un padre diga eso...
 
¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente,
con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción,
vacilaste en la puerta "¿Qué quieres ahora?", te dije bruscamente.
"Nada", respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello
y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón
¡y que ni aun el descuido ajeno puede agotar! Y luego te fuiste a dormir,
con pasitos cortos y ruidosos por la escalera.
 
Bien, hijo, poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor.
¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender;
ésta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti.
Y medía según la vara de mis años maduros.Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter.
Ese corazoncito tuyo es tan grande como el sol que nace entre las colinas.
Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche.
Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad,
y me he arrodillado, lleno de vergüenza.
 
Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas,
si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito.
Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías.
Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes.
No haré más que decirme, como si fuera un ritual: "No es más que sólo un niño, un niño pequeñito".
 
Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, acurrucado, fatigado en tu camita,
veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro...
He pedido demasiado, demasiado...
 
(W. Livingston Larned)

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31 enero 2010 7 31 /01 /enero /2010 16:13

Nunca-Le-Dijimos.gif

 
Mi hijo Joey nació con los pies torcidos hacia arriba y las plantas apoyadas en el vientre.
Siendo madre primeriza, eso me pareció extraño, pero no sabía qué significaba, en realidad.
Pero Joey había nacido con pie zopo.
Los médicos nos aseguraron que , debidamente tratado, podría caminar en forma normal,
aunque era probable que tuviera dificultades para correr.
Joey pasó sus tres primeros años de vida entre operaciones, yesos, aparatos ortopédicos.
Sus piernas fueron masajeadas y ejercitadas. En realidad, quien lo hubiera visto caminar
a los siete u ocho años, no habría adivinado que tenía un problema.
 
Si caminaba mucho (en el parque de diversiones o en el zoológico, por ejemplo),
se quejaba de cansancio y dolor en las piernas. Entonces nos deteníamos a descansar
y conversábamos de lo que habíamos visto, tomando un refresco o un helado.
Nunca le dijimos por qué le dolían las piernas ni por qué eran débiles.
No le explicamos que eso era de esperar a causa de su deformidad congénita.
Y como no se lo dijimos, él lo ignoraba.
 
Los chicos del barrio jugaban corriendo, como casi todos los niños. Al verlos,
Joey se levantaba de un salto y corría a jugar también. Nunca le dijimos que probablemente
no pudiera correr tan bien como los otros. No le explicamos que era distinto.
Y como no se lo dijimos, él lo ignoraba.
 
En séptimo grado, decidió que ingresaría en el equipo de cross-country.
Se entrenaba todos los días con el grupo. Parecía esforzarse más que ninguno de los otros.
Quizá percibía que ciertas facultades, naturales en tanta gente, no lo eran para él.
No le dijimos que, si bien podía correr, probablemente sería siempre el último.
Que no debía hacerse ilusiones de integrar el equipo. Ese equipo está formado
por los siete mejores corredores de la escuela. Aunque corra todo el grupo,
sólo esos siete pueden anotar puntos para la escuela. Y como no le explicamos que probablemente
jamás integraría el equipo, él lo ignoraba.
 
Siguió corriendo entre seis y ocho kilómetros diarios todos los días.
Jamás olvidaré aquella vez en que tuvo una fiebre de treinta y ocho grados.
No quiso quedarse en casa porque tenía práctica de cross-country.
Yo pasé el día preocupada por él. Esperaba que en cualquier momento me llamaran de la escuela
para pedirme que fuera a buscarlo. No hubo tal comunicación.
 
Al terminar el horario de clase fui a la zona de entrenamiento, pensando que, si me veía allí,
tal vez decidiera omitir la práctica de la tarde. Lo encontré corriendo
por una calle bordeada de árboles, completamente solo. Puse el coche a su lado
y lo acompañé a baja velocidad para preguntarle cómo se sentía.
 
-Bien- me dijo.
Sólo le faltaban tres kilómetros más. El sudor le corría por la cara
y tenía los ojos vidriosos por la fiebre. Sin embargo, mantenía la vista fija hacia adelante
y seguía corriendo. Nunca le dijimos que no podía correr seis kilómetros con una fiebre de treinta
y ocho grados. Y como no se lo explicamos, él lo ignoraba.
 
Dos semanas después, en vísperas de las carreras de la temporada,
se anunciaron los nombres de quienes integrarían el equipo. Joe figuraba sexto en la lista.
Había logrado entrar en el equipo. Estaba en séptimo grado, mientras que los otros
seis miembros eran del octavo. Nunca le dijimos que probablemente no llegara a integrar el equipo.
 
Nunca le explicamos que no podía. Y como no se lo dijimos, él lo ignoraba.
Simplemente, pudo.

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30 enero 2010 6 30 /01 /enero /2010 12:50

Palabras-De-Un-Reloj.jpg

 

Trabajo más que cualquier mortal, pero más fácilmente porque lo hago segundo a segundo.
 
Tengo que hacer miles de tic-tacs para formar un día,
pero dispongo de un segundo para hacer cada uno de ellos.
 
No los quiero hacer todos a la vez.
 
Nunca me preocupo de lo que hice ayer, ni de lo que tendré que hacer mañana.
Mi ocupación es de hoy, aquí y ahora.
 
Sé que si hago lo de hoy bien, no tendré que molestarme por el pasado ni preocuparme por el futuro.
 
Tú que eres persona, si quieres vivir tan tranquilo y tan feliz como yo,
no trates de vivir toda tu vida, ni echarte todo el peso de tu trabajo en un solo día.
 
Vive ahora.
 
Haz el trabajo de cada día en su día.
 
Te convencerás, que si se toma tiempo, siempre hay tiempo para todo.
 
Hay un modo difícil y un modo fácil de hacer el trabajo que tiene que hacerse.
 
Si quieres encontrar el modo fácil, mírame a mí.
 
Nunca me preocupo, nunca me apresuro; pero nunca me retraso.
 
Lo que tengo que hacer lo hago.
 
Es este el secreto.
 
Anónimo

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29 enero 2010 5 29 /01 /enero /2010 12:18

Las-Tormentas.jpg
 
Cuentan que un día un campesino le pidió a Dios le permitiera mandar sobre la Naturaleza para que
–según él – le rindieran mejor sus cosechas. ¡Y Dios se lo concedió!
Entonces cuando el campesino quería lluvia ligera, así sucedía; cuando pedía sol,
éste brillaba en su esplendor; si necesitaba más agua, llovía más regularmente; etc.
 
Pero cuando llegó el tiempo de la cosecha, su sorpresa y estupor fueron grandes
porque resultó un total fracaso. Desconcertado y medio molesto le preguntó a Dios por qué salió así la cosa,
si él había puesto los climas que  creyó convenientes.
Pero Dios le contestó –“Tú pediste lo que quisiste, más no lo que de verdad convenía.
Nunca pediste tormentas, y éstas son muy necesarias para limpiar la siembra,
ahuyentar aves y animales que la consuman, y purificarla de plagas que la destruyan ...”-
Así nos pasa: queremos que nuestra vida sea puro amor y dulzura, nada de  problemas.
 
El optimista no es aquel que no ve las dificultades, sino aquel que no se asusta ante ellas,
no se echa para atrás. Por eso podemos afirmar que las dificultades son ventajas,
las dificultades maduran a las personas, las hacen crecer.
Por eso hace falta una verdadera tormenta en la vida de una persona,
para hacerla comprender cuánto se ha preocupado por tonterías por chubascos pasajeros. 
 
LO IMPORTANTE NO ES HUIR DE LAS TORMENTAS SINO TENER FE Y CONFIANZA EN QUE PRONTO PASARÁN
Y NOS DEJARÁN ALGO BUENO EN NUESTRAS VIDAS.

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26 enero 2010 2 26 /01 /enero /2010 12:33

El-De-La-Capa.gif

 
Un camionero va por la carretera y a lo lejos ve un tío con una capa roja,
el camionero se va aproximando hacia él y este que no se aparta,
le hace luces el camionero y nada que no se mueve,
así que el camionero pega un frenazo y se queda a un metro del hombre, baja del camión
y el hombre de la capa roja le dice:
 
- Soy el maricón de la capa roja, ¿tienes algo de comer?
El camionero se le queda mirando y le dice:
- Pero tú eres tonto o qué, ¿no ves que casi te atropello?.
 
El camionero sube al camión y sigue por la carretera,
cuando a lo lejos vuelve a ver a otro tío con una capa azul y lo mismo,
le empieza a hacer luces y nada que el tío no se aparta,
el camionero vuelve a pegar un frenazo, baja del camión y el hombre de la capa azul le dice:
 
- Soy el maricón de la capa azul, ¿tienes algo de beber?
El camionero le dice:
- Pero será posible con los maricones, ¿no ves que casi te atropello?, Anda quita de aquí.
 
El camionero vuelve a subir al camión y continua su camino,
cuando a lo lejos vuelve a ver a un tío con una capa verde.
Y otra vez luces y nada, no se aparta, pega un frenazo, se queda a medio metro del hombre,
baja del camión con una mala ostia increíble y le dice al hombre:
 
- Tú, ¡¡¡ maricón de la capa verde !!!! ¿Qué quieres?
Y el hombre contesta:
- Para empezar los papeles!

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Presentación

  • : Olympia
  • : Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por el simple hecho de haberse cruzado en nuestro camino...
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