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17 febrero 2010 3 17 /02 /febrero /2010 15:14
Siringa.jpgEn la mitología griega, Siringa (en griego antiguo Σΰριγξ Sÿrigx) era una náyade de Arcadia que gustaba de cazar con un arco de cuerno. El dios Pan la encontró un día cuando bajaba del monte Liceo, se enamoró de ella y empezó a perseguirla hasta que la ninfa se lanzó al río Ladón. Allí, acorralada, pidió ayuda a sus hermanas las ninfas, quienes, conmovidas, la convirtieron en un cañaveral. Cuando Pan llegó sólo pudo abrazar las cañas mecidas por el viento, y el rumor que producían le agradó tanto que decidió construir un nuevo instrumento musical con ellas. Así creó la siringa (llamada así en recuerdo de la ninfa) que en español es más conocido como zampoña (conjunto de varias flautas paralelas unidas).
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17 febrero 2010 3 17 /02 /febrero /2010 11:54

Reflexionar

 
Tenemos casas mas grandes,
pero familias mas chicas.
Tenemos mas compromisos,
pero menos tiempo.
Tenemos mas medicinas,
pero menos salud.
 
Hemos multiplicado nuestras fortunas,
pero hemos reducido nuestros valores.
Hablamos mucho, amamos poco
y odiamos demasiado.
 
Hemos llegado a la Luna y regresamos,
pero tenemos problemas para cruzar la calle y conocer a nuestro vecino.
Hemos conquistado el espacio exterior
pero no el interior.
 
Tenemos mayores ingresos,
pero menos moral.
Estos son tiempos con mas libertad,
pero menos alegría.
 
Con mas comida,
pero menos nutrición.
Son días en los que llegan dos sueldos a casa,
pero entran los divorcios.
 
Son tiempos de casas mas lindas,
pero mas hogares rotos.
No guardes nada para una ocasión “especial”,
porque cada día que vives es una ocasión especial.
 
Lee mas, siéntate en la terraza y admira la vista sin fijarte en las malas hierbas;
Pasa mas tiempo con tu familia y con tus amigos;
 
Come tu comida preferida; La vida es una sucesión de momentos para disfrutar,
no es solo para sobrevivir.
 
No guardes tus copas de cristal; no guardes tu mejor perfume,
usalo cada vez que te den ganas de hacerlo.
 
Las frases "Uno de estos días", "Algún día", quítalas de tu vocabulario.
Escribamos aquella carta que pensábamos escribir "Uno de estos días".
Digamos hoy a nuestros familiares y amigos, cuanto los queremos.
Por eso no retardes nada que agregue risa y alegría en tu vida.
Cada día, hora, minuto, es especial.

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17 febrero 2010 3 17 /02 /febrero /2010 11:47

La-Arana-Y-La-Vieja.jpg
 En una casita, en lo alto de una montaña, vivía hace tiempo una viejecita muy buena y cariñosa.
Tenía el pelo blanco y la piel de su cara era tan clara como los rayos del sol.
Estaba muy sola y un poco triste, porque nadie iba a visitarla.
Lo único que poseía era un viejo baúl y la compañía de una arañita muy trabajadora,
que siempre le acompañaba cuando tejía y hacía labores.
La pequeña araña, conocía muy bien cuando la viejecita era feliz y cuando no.
 
Desde muy pequeña la observaba y había aprendido tanto de ella que pensó que sería buena idea intentar
que bajara al pueblo para hablar con los demás. Así aprenderían todo lo que ella podía enseñarles.
Ella les enseñaría a ser valientes cuando estén solos, a ser fuertes para vencer los problemas
de cada día y algo muy, muy importante a crear ilusiones, sueños, fantasías.
Las horas pasaban junto a la chimenea y las dos se entretenían bordando y haciendo punto.
La viejecita, apenas podías sostener las madejas y los hilos en sus brazos.
 
¡Qué cansada me siento!, ¡Me pesan mucho estas agujas!. Decía la ancianita.
La arañita, la mimaba y la sonreía.
Un día, la araña, pensó que ya había llegado el momento de poner en práctica su idea.
¿Sabes, lo que haremos?. ¡Iremos al mercado a vender nuestras labores!.
¡Así, ganaremos dinero y podremos ver a otras personas y hablar con ellas!.
La anciana no estaba muy convencida.
 
¡Hace mucho tiempo que no hablo con nadie!. Dijo: la anciana.
¿Crees que puede importarle a alguien lo que yo le diga?.
¡Claro que sí!. ¡Verás como nos divertimos!.
Se pusieron en marcha, bajaron despacito, como el que no quiere perder ni un minuto de la vida.
Iban admirando el paisaje, los árboles, las flores y los pequeños animalitos que veían por el camino.
Llegaron al mercado y extendieron sus bordados sobre una gran mesa.
 
Todo el mundo se paraba a mirarlos. ¡Eran tan bonitos!.
La gente les compró todo lo que llevaban. ¡Además hicieron buenos amigos!.
Enseguida, los demás, se dieron cuenta de la gran persona que era la viejecita
y le pedían consejo sobre sus problemillas.
Al principio, le daba un poco de vergüenza que todo el mundo, la preguntara cosas.
Pero poco a poco descubrió el gran valor que tienen las palabras
y cómo muchas veces una palabra ayuda a superar las tristezas.
 
Palabras llenas de cariño como:
¡Animo, adelante, puedes conseguirlo!. ¡Confía en ti, cree en ti!.
Ella también aprendió ese día, que las cosas que sentimos en el corazón,
debemos sacarlas fuera, quizá los otros puedan aprovecharlas para su vida.
La arañita le decía a la anciana: ¡Deja volar tus sentimientos,
se alegre, espontánea, ofrece siempre lo mejor de ti!.
 
La viejecita y la araña partieron hacia su casita de la montaña.
Siguieron haciendo bordados y bordados.
Trabajaban mucho y cuando llegaba la noche la araña se iba a su rinconcito a dormir.
La anciana se despedía de ella y le decía: ¡Gracias por ser mi amiga!.
¡Un amigo, es más valioso que joyas y riquezas, llora y ríe contigo y también sueña!.
 
Mientras sentía estos pensamientos, la viejecita se iba quedando dormida,
sus ojos cansados se cerraron y la paz brilló en su cara.
La luna les acompañaba e iluminaba la pequeña casita y nunca, nunca estaban solas.
Más allá, muy lejos, sus seres queridos velaban sus sueños.

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17 febrero 2010 3 17 /02 /febrero /2010 11:29

 
Gheorghe Zamfir (6 de abril de 1941, en Găeşti, distrito de Dâmboviţa, Rumania) es un músico rumano,
virtuoso en la flauta de pan (zampoña, nai en rumano), especialmente el "nai românesc" ("zampoña rumana"),
que él mismo perfeccionó. Es considerado por muchos el mejor en su especialidad.
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17 febrero 2010 3 17 /02 /febrero /2010 11:13

Una-Mujer-Aureolada-Por-Sus-Cabellos.jpg
 
Tu rostro en tu cabellera
es el faisán en el nido;
Eros en la red ligera
de la sonrisa primera
detenido.
 
Es de Astartea el rostro aciago
sobre sus muslos de oro,
espantable fruto ¡Y mago!
entre las ramas de un vago
sicomoro.
 
Es luna en las arboledas
y chispa sobre la fragua
y es, con su temblor de sedas
un puñado de monedas
en el agua.
 
Café París
2 de mayo de 1936
 
Concha Urquiza

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16 febrero 2010 2 16 /02 /febrero /2010 12:36
Parnaso.jpgEn la mitología griega, Parnaso fue hijo de Poseidón y de la ninfa Cleodora, héroe epónimo de la cadena montañosa que se extiende entre los territorios de los dorios y los focenses. Se le atribuye la fundación del oráculo de Delfos, que luego habría de ocupar Apolo, en la ladera de esta montaña, en la que tenían su morada las Musas, que acudieron llamadas por este dios procedentes del monte Helicón. Considerada por los griegos como morada de las Musas y de Apolo; en la literatura así como en la poesía, se considera a el Parnaso como la patria simbólica de los poetas. En la ladera meridional del Parnaso está situada la fuente Castalia y el santuario panhelénico de Delfos, dedicado a Apolo, donde estaba el oráculo de Delfos.
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16 febrero 2010 2 16 /02 /febrero /2010 12:28

El-Roble-Y-La-Hiedra.jpg
 
El hombre edificó su casa y la embelleció con un jardín interno. En el centro plantó un roble.
Y el roble creció lentamente. Día a día echaba raíces y fortalecía su tallo
para convertirlo en tronco, capaz de resistir los vientos y las tormentas.
Junto a la pared de su casa plantó una hiedra y la hiedra empezó a levantarse velozmente.
Todos los días extendía sus tentáculos llenos de ventosas, y se iba alzando adherida a la pared.
Al cabo de un tiempo la hiedra caminaba sobre los tejados. Y el roble crecía silencioso y lentamente.
 
- ¿Cómo estás, amigo roble?, preguntó una mañana la hiedra
- Bien, mi amiga, contestó el roble.
- Eso dices porque nunca llegaste hasta esta altura-, agregó la hiedra con mucha ironía.
Desde aquí se ve todo tan distinto. A veces me da pena verte siempre allá en el fondo del patio.
- No te burles, amiga, respondió muy humilde el roble.
Recuerda que lo importante no es crecer de prisa, sino con firmeza.
 
Y el tiempo siguió su marcha. El roble creció con su ritmo firme y lento.
Las paredes de la casa envejecieron.
Una noche una fuerte tormenta sacudió con un ciclón la casa y su jardín.
El roble se aferró con sus raíces para mantenerse erguido.
La hiedra se aferró con sus ventosas al viejo muro para no ser derribada.
La lucha fue dura y prolongada.
 
Al amanecer, el dueño de casa recorrió su jardín y vio que la hiedra había sido desprendida
de la pared y estaba enredada sobre sí misma, en el suelo, al pie del roble.
El hombre arrancó la hiedra y la quemó.
Mientras tanto el roble reflexionaba:
- Es mejor crecer sobre raíces propias y crear un tronco fuerte,
que ganar altura con rapidez, holgados de la seguridad de otros.

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16 febrero 2010 2 16 /02 /febrero /2010 12:16

Atchu.jpg

 
El ángel de la guarda de Isabel amaneció resfriado la semana pasada.
– Atchú –fue lo primero que oyó Isabel cuando se despertó. Miró por todas partes
y como en el cuarto sólo estaba su hermanito Emilio, Isabel creyó que era él el que había estornudado.
– Atchú –volvió a oír Isabel, pero ya no les puso más atención a los estornudos
porque quería levantarse rápido para comenzar a jugar.
 
Los estornudos no eran de Emilio. Eran del ángel de la guarda de Isabel que,
como había amanecido resfriado, no paraba de estornudar. El ángel de la guarda de Isabel
buscó en su maletín de ángel algún remedio para resfriados. Encontró agua oxigenada,
curitas y esparadrapo, pero nada de eso curaba estornudos.
Al fin el ángel de la guarda se puso una crema con olor a eucalipto en la espalda
y se tomó unas gotitas con sabor a fresa, porque se acordó de que a Isabel la curaban igual
cuando comenzaba a estornudar. También decidió quedarse ese día en la cama.
 
Mientras el ángel se curaba el resfriado, a Isabel le pasaron toda clase de desastres.
Al triciclo se le cayó un pedal. La muñeca Carolina estuvo perdida toda la mañana.
Emilio regó la compota y le manchó la blusa rosada. A la hora del almuerzo,
la sopa estaba muy caliente y a Isabel se le quemó la lengua. Y, como si fuera poco,
su mamá llegó tan cansada, que no le quiso contar ni un cuento. Por la noche Isabel
se acostó triste y aburrida porque todo le había salido mal. El ángel de la guarda
también se durmió triste y aburrido porque no le gustaba quedarse todo el día acostado.
 
– Atchú –fue lo primero que oyó el ángel de la guarda al otro día, cuando despertó.
Miró por todas partes y se dio cuenta de que era Isabel la que había estornudado.
– A Isabel se le contagió mi resfriado –pensó el ángel de la guarda.
Y bien rápido, sin que Isabel se diera cuenta, el ángel de la guarda le puso crema
con olor a eucalipto en la espalda y le echó una gotitas con sabor a fresa en la boca.
Isabel dejó de estornudar.
 
El día fue fantástico. El papá de Isabel arregló el pedal del triciclo.
La muñeca Carolina se portó muy bien. Emilio no regó la compota ni el jugo de mandarina.
A la hora del almuerzo la sopa estaba tibia y nadie se quemó la lengua.
Esa noche, Isabel y el ángel de la guarda se acostaron felices porque todo les había salido bien,
y además porque la mamá no había salido en toda la tarde y les había contado muchos cuentos.
Desde ese día de la semana pasada, ni Isabel, ni el ángel de la guarda,
han vuelto a oír a Atchú.

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16 febrero 2010 2 16 /02 /febrero /2010 11:56

 
A veces me pregunto
¿dónde he estado?
¿quién soy?
¿crees que
me he adaptado?
es duro sola
ahí fuera, por mí misma.
 
Siempre estamos demostrando
quienes somos
siempre intentando alcanzar
esa estrella
que nos guíe lejos
y haga brillar mi casa
ahí fuera, por mí misma.
 
(ESTRIBILLO)
Cuando estoy decaída
y me siento triste
cierro los ojos
y puedo estar contigo
Oh sé fuerte por mi
cariño créeme,
ayúdame,
ayúdame te necesito
 
Antes de que amanezca,
de que aparezca el sol
dando luz a todos
mis miedos
Secaré las lágrimas
que nunca debí echar
ahí fuera, por mí misma.
 
(Coro)
A veces me pregunto
¿dónde he estado?
¿quién soy?
¿crees que me he adaptado?
Puede que no gane
pero no puedo desmoronarme
ahí fuera, por mí misma
ahí fuera, por mí misma.
por mí misma
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16 febrero 2010 2 16 /02 /febrero /2010 11:49

Una-Mano-de-Niebla-Temerosa.jpg
 
Una mano de niebla temerosa
llega a tu corazón doliente y fría,
y aprieta lentamente, como haría
el aire más sereno con la rosa.
 
Su dulce sombra, mansa y silenciosa,
sube a tus ojos su melancolía,
apagando tu dura valentía
en la pálida arena rumorosa.
 
La dura pesadumbre de la espada
no permite siquiera tu mugido:
poderosa y tenaz está clavada.
 
Tú ves cerca de ti a quien te ha herido
y tiendes tu mirada sosegada
sin comprender, ¡oh toro!, cómo ha sido.
 
Rafael Morales

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