
"El Preocuparme",
se puso viejo, me estorbaba.
Impedía que lograra ser yo misma;
no podía actuar a mi modo.
Tiré las inhibiciones;
no dejaban lugar para mí.
Hice lugar a un "Nuevo Crecimiento",
me deshice de mis viejos sueños y dudas.
Tiré un libro sobre "Mi Pasado"
(Igual no tenía tiempo para leerlo).
Lo reemplacé con "Nuevas Metas",
comencé a leerlo hoy.
Tiré los juguetes de mi niñez
¿recuerdan cuánto los atesoraba yo?
Conseguí una "Nueva Filosofía",
tiré la de mucho tiempo atrás.
Compré algunos nuevos libros,
llamados "Puedo", "Haré" y "Debo".
Y tiré "podría", "yo haría" y "debería"
Ah, si hubieran visto la tierrita...
Luego me topé con un "Viejo amigo";
Su nombre es Dios.
Sí, realmente me gusta su forma de ser.
Me ayudó con la limpieza y Él mismo agregó algunas
cosas tales como "Oración, Esperanza y Fe",
las puse en mi estante.
junto con estas ultimas tres encontré
algo especial, se llama "PAZ".
y la coloqué en la puerta principal.
Desde que he hecho esa limpieza
siento que nada puede abatirme,
la casa está muy linda y todo se ve bien.
"Preocupaciones" y "Problemas",
simplemente no hay.
Que bueno es limpiar la casa interior,
deshacerse de tanto estorbo,
y al hacerlo surge la alegría...
Había una vez un hechicero que disfrazado de mendigo iba de casa en casa,
llevándose a las muchachas más bonitas que encontraba, y ninguna volvía a ver a sus padres.
Un día fué a pedir limosna a la casa de un hombre que tenía tres hijas muy hermosas,
la mayor de las cuales le dió una gran rebanada de pan.
Al volverse ella, el hechicero la tocó en el brazo y, aun contra su voluntad,
la pobre muchacha se sintió obligado a entrar en la cesta que el mendigo llevaba a cuestas;
una vez dentro de ésta, el hechicero se la llevó con el a su casa,
situada en medio de un espeso bosque. Todo era allí magnífico,
y había todo cuanto la muchacha pudiera apetecer.
Pasado algunos días le dijo el hechicero que se veía precisado a emprender un viaje,
por lo cual le entregaba las llaves de la casa, añadiendo que la dejaba en libertad
para recorrer todas las habitaciones, excepto una, y previniéndola que,
si entraba en aquella habitación prohibida, moriría. Al mismo tiempo le dió un huevo
y le encargó mucho que no se lo extraviara. Cuando el hechicero se hubo perdido de vista,
empezó la joven a revisar oda la casa, encontrando todas las habitaciones llenas de bellos objetos.
Por fín, llegó a la puerta de la cámara prohibida y, después de vacilar por un momento,
la curiosidad la venció y entró. El espectáculo que se le ofreció a la vista la dejó aterrada:
vió un sinnúmero de muchachas que habían sido hechas prisioneras, y todas ellas estaban como dormidas.
La joven, impresionada por la inmovilidad de aquellos cuerpos, salió corriendo del cuarto,
huyendo todo lo más lejos que le fue posible.
En su espanto, dejó caer el huevo que llevaba en la mano, el cual no se rompió,
pero cuando lo levantó del suelo, notó que se le había manchado de rojo,
y a pesar de lo mucho que lo intentó, no pudo limpiarlo.
Pocas horas después volvió el hechicero, y al momento pidió a la joven las llaves
y el huevo que le había dejado. Tan pronto como vió las manchas rojas en el huevo,
comprendió que había entrado en el cuarto prohibido y la derribó al suelo,
y arrastrándola hasta la cámara secreta, la dejó allí encerrada con las otras.
El hechicero se dirigió de nuevo a la casa en que había pedido el pan,
y esta vez se llevó a la hija segunda. También ella se dejó vencer por la curiosidad,
y corrió la misma suerta que su hermana. El brujo entonces, capturó y se llevó
a la única hermana que quedaba, pero ésta era muy astuta, de tal manera que,
cuando recibió el huevo y las llaves, sin la menor tardanza depositó el huevo
con mucho cuidado en una alacena. Cogió luego la llave y se dirigió a la cámara prohibida
para averiguar qué había en ella.
Con gran estupor vió que el suelo se hallaba cubierto de muchachas sumidas en profundo sueño,
y que entre ellas estaban sus dos hermanas. Como era más juiciosa que las otras,
tuvo mucho cuidado en conservar el huevo bien limpio. Cuando el brujo regresó a casa,
corrió la joven a su encuentro, llevando las llaves y el huevo; entonces,
viendo él que estaba limpio, exclamó: - Tú serás mi esposa, ya que has sabido resistir la prueba.
Pero el hechicero ya no podía obrar a su antojo, porque su prometida había roto el encanto
y hacía lo que quería de él; valiéndose de esto se fué al cuarto prohibido
y despertó a las durmientes prisioneras que estaban allí encantadas. Luego dijo al brujo:
- Antes de que me case contigo, debes llevar, una cesta llena de oro a mis padres.
Tomó una cesta muy grande y mandó entrar en ella a sus dos hermanas,
a las que cubrió con una capa de monedas de oro, para que no se vieran. Hecho esto,
dijo al hechicero que cargara con la cesta y que tuviera buen cuidado de no entretenerse
por el camino, pues ella le estaría vigilando desde una ventana.
El hombre se cargó la cesta a las espaldas y echó a andar, pero era la carga tan pesada,
que se caía de fatiga. Sentose, pues, para descansar, pero en el mismo momento
oyó una voz que salía de la cesta y le decía: "Te estoy mirando desde mi ventana."
Creyendo que era la voz de su futura esposa, se puso en marcha otra vez,
haciendo mucho esfuerzo. Cada vez que trataba de descansar ocurría lo mismo, hasta que,
por fín llegó a casa de los padres, donde dejó la cesta. Mientras él hacía este camino
su prometida cogió una cabeza de cartón y la colocó en una ventana del piso superior,
como si fuera alguien que vigilara. Luego dió libertad a todas las víctimas del hechicero
y repartió invitaciones para la boda. Finalmente se cubrió el cuerpo con plumas,
de modo que pareciese un pájaro raro y nadie pudiese reconocerla. Así salió de la casa.
A poco encontró a algunos de los invitados, que le dijeron:
- ¿De dónde vienes, ave, tan hermosa?
- De las Casa en que el brujo se desposa.
- Y ¿qué hace, dí, la linda prometida?
- Después de haberse puesto muy pulida, con el traje nupcial engalanada,
a la ventana la dejé asomada. Cuando volvió el brujo a la casa, miró hacia la ventana,
y viendo la cabeza, creyó que era su futura esposa. Entró precipitadamente; más,
apenas lo hubo hecho, los parientes y amigos de las tres hermanas,
que le aguardaban allí para vengarse del mal que a ellas les había causado,
cerraron las puertas y pegaron fuego a la casa.
Este fué el fín que tuvieron el hechicero y su cámara prohibida.
No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré al mundo futuro.
Estoy atado a la vida y miro a mis compañeros.
Están taciturnos pero alimentan grandes esperanzas.
Entre ellos considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos apartemos.
No nos apartemos mucho, vamos unidos por las manos.
No seré el cantor de una mujer o de una historia,
no hablaré de suspiros al anochecer,
del paisaje visto desde la ventana,
no distribuiré estupefacientes o cartas de suicida,
no huiré hacia las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el presente tiempo, los hombres presentes,
la vida presente.
Carlos Drummond de Andrade
¿Por que lloras mamá? le pregunto un niñito a su madre.
Porque soy mujer, le contestó ella.
Pero, yo no entiendo!!!, dijo el niño.
Su madre se inclinó hacia él y abrazándolo le dijo: ...
Y nunca lo entenderás mi amor.
Mas tarde el niñito le preguntó a su papá,
¿Por qué mamá llora a veces sin ninguna razón?
Todas las mujeres lloran siempre por ninguna razón...
era todo lo que el padre le podía contestar.
El pequeño niño creció y se convirtió en todo un hombre, preguntándose aún
¿Por qué era que las mujeres lloraban sin razón?
Un día el niño convertido en un hombre se arrodilló y le preguntó a DIOS:
DIOS... ¿Por qué lloran tan fácilmente las mujeres?
y DIOS le dijo...
Cuando hice a la mujer tenía que crear algo especial.
¡Hice sus hombros lo suficientemente fuertes, como para cargar el peso del mundo entero, pero;
a la vez lo suficientemente suaves como para confortarlo!
¡Le dí una inmensa fuerza interior, para que pudiera soportar el dar a luz
y también hasta el rechazo, que muchas veces proviene de sus propios hijos!
¡ Le dí la fortaleza que le permite seguir adelante, cuidando de su familia,
sin quejarse, a pesar de las enfermedades y la fatiga, aún cuando otros se rindan!
¡Le dí la sensibilidad para amar a sus hijos, bajo cualquier circunstancia,
aún cuando esos hijos la hallan lastimado mucho ...
Esa misma sensibilidad, que hace que cualquier tristeza, llanto o dolor del niño desaparezca
y que le hace compartir las ansiedades, dudas y miedos de la adolescencia!
¡ Le dí la fuerza suficiente para que pudiera perdonar a su esposo de sus faltas,
y la moldeé de una de sus costillas para que ella pudiera cuidar de su corazón !
¡ Le dí sabiduría para saber que un buen esposo nunca lastimaría a su esposa,
y también a veces le pongo pruebas para medir su fuerza
y determinación para mantenerse a su lado a pesar de todo !
Pero Hijo... para poder soportarlo todo...
¡Le dí las lágrimas y son de ella exclusivamente para usarlas cuando las necesite,
al derramarlas vierte un poquito de amor en cada una, que se desvanece en el aire
y salva a la humanidad !!!
Gracias Dios por haber creado a la mujer...
ahora comprendo el sentir de mi madre, hermana, esposa...
respondió el hombre con un fuerte suspiro en sus labios.
"Es su única debilidad...
es una lágrima por la humanidad".
Félix era un hombre feliz. Tenía muy buenos amigos y nada le preocupaba.
Siempre encontraba solución a todos los problemas. Era un hombre animoso y optimista.
Con el paso de los años, Félix empezó a perder pelo. Muy tranquilo, fue a la farmacia
y se compró una loción para el cabello. Pero no le hizo efecto. Entonces probó otra,
y después otra... Hasta cien lociones llegó a utilizar sin resultado ninguno.
Entonces, Félix decidió pasar a los remedios caseros: se untaba limón con miel,
huevo batido, zumo de moras con leche... y mil potingues más. Pero nada:
en su cabeza no crecía ni un pelo. Y finalmente se quedó calvo como una pelota de ping-pong.
Felisa, su mujer, estaba muy preocupada. No le importaba que Félix hubiera perdido el pelo:
lo malo es que había perdido el buen humor. Una mañana, Felisa fue al mercadillo
a comprar unas plantas. Allí vio unos frascos de abono líquido para plantas.
Y al momento tuvo una idea- «Se lo llevaré a Félix. ¡Vale la pena intentarlo!»
El bueno de Félix se estuvo poniendo el abono todos los días. Y al cabo de una semana,
tenía una bonita melena verde: ¡una melena de hierba! Félix y Felisa paseaban muy felices
por la calle. Y todos admiraban el pelo de Félix:
-¡Qué pelo más maravilloso! ¡Es tan sano y natural! -¡Oh, sí! ¡Quién tuviera un pelo como el de Félix!
Muy pronto, los vecinos preguntaron el secreto a Félix y a Felisa.
Y el pelo de hierba se puso de moda. Desde entonces, muchos vecinos lucían unas bonitas
melenas de verde hierba. Y hasta algunas melenas se adornaban con pequeñas margaritas
y campanillas silvestres.
Sólo había un pequeño problema: los «pelohierba» no podían ir al campo porque las vacas
y las ovejas no los dejaban en paz. Tampoco podían ir al zoo:
las jirafas los dejaban calvos.
Bajo una misma luz
están nuestras cabezas.
Tu corazón y el mío
cantan sobre las piedras
cuando la noche oculta
los rugidos de fieras.
¿Tu corazón y el mío eran sólo de arena?
Por el desierto arrastran los camellos sus penas
y llevan en sus ojos oasis de palmeras.
¿Tú corazón y el mío
eran sólo de arena?
Por el desierto arrastran
los camellos sus penas
y llevan en sus ojos
oasis de palmeras.
¿Tu corazón y el mío
eran sólo de arena?
Nuestras sombras unidas
florecen en la tierra.
Jose Maria Hinojosa